Simbolismo Oculto de la Muerte•
Desde que el hombre es tal, la muerte ha sido objeto de temor y de
ritualidad. El hombre, cuando desarrolló la mente simbólica, comenzó a
tomar consciencia del significado de la muerte, y eso ocurrió hace mucho
tiempo. Pero como tales, las primeras sepulturas datan del Neolítico,
hace 10.000 años. En ese período de tiempo, a los muertos se les asegura
una estancia estable y protegida; se tapiaban las grutas en las que el
cuerpo era depositado bajo túmulos, dólmenes o monumentos funerarios que
son, en cierto modo, los primeros cementerios.
Para la mayoría
de las religiones, la muerte es un proceso inevitable y natural que
forma parte de la vida. Para los Esenios en particular, el cuerpo es
corruptible mientras que el alma es inmortal e imperecedera. De este
modo, la muerte libera el alma de la prisión material.
Judíos,
cristianos y musulmanes, comparten la creencia en una supervivencia del
alma después de la muerte. En la religión hindú. Los fieles de esta
creencia están convencidos de la transmigración de las almas, cuando
muere el cuerpo, el alma sigue con vida y encarna en otro mortal,
planteando así el dogma de la rueda de reencarnaciones. Algo parecido
ocurre en el budismo.
Los egipcios, hacían gala de un complejo
ritual en relación a la muerte. Más apegados a lo material, sentían que
era necesario proteger el cuerpo de forma minuciosa, razón por la cual
desarrollaron el proceso de momificación. Así, se protegía al muerto de
cara a un largo viaje para el cual, al finado le colocaban amuletos
protectores.
En África, la muerte es vista como una etapa de
renovación del hombre, un camino hacia el más allá, que es un lugar de
tránsito. La mayoría de las tribus reconocen la transmigración; no
retienen al difunto, sino que le autorizan a regresar a la tierra e
iniciar un nuevo círculo vital.
Es sorprendente saber que sólo
las comunidades cristianas, judías y musulmanas disponen de cementerios
propios. En otras culturas se deshacen de las víctimas. Por ejemplo, en
la India o en el Nepal, "arrojan las cenizas de los cuerpos que antes
han incinerado al río Benarés". Por aquellos lugares, la cremación es
una práctica común, síntoma quizá del desapego por lo material, quizá a
consecuencia de la creencia en la transmigración de las almas. Si es
así, qué importa el destino de lo material.
La humanidad comparte
el concepto de la muerte como un proceso biológico natural que se
manifiesta con el cese de las funciones vitales del ser humano, pero una
visión más amplia nos permite concebirla también, como un proceso
espiritual mediante el cual el espíritu abandona el cuerpo físico para
continuar viviendo en otro plano o dimensión.
La muerte es sólo un paso más hacia una forma de vida en otra frecuencia.
la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento en otra existencia... la muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo.
la experiencia de la muerte es casi idéntica a la del nacimiento. Es un nacimiento en otra existencia... la muerte no es más que el abandono del cuerpo físico, es el paso a un nuevo estado de conciencia en el que se continúa experimentando, viendo, oyendo, comprendiendo, riendo y en el que se tiene la posibilidad de continuar creciendo.
Luego del
desprendimiento del cuerpo, el alma o espíritu atraviesa un período de
"convalescencia", para recuperar sus fuerzas de espíritu libre de la
materia. La lucidez de las ideas y la memoria de su vida retornan muy
lentamente, de acuerdo con su grado de superioridad espiritual o
elevación. En este momento de "despertar" al mundo o plano espiritual,
el espíritu nunca se encuentra solo: es asistido o recibido por su Ángel
Guardián o Espíritu Protector y espíritus familiares a los que unió en
vida el amor, clara expresión del cumplimiento de la Ley de Solidaridad
Universal entre ambos planos. Sea cual sea la condición del espíritu,
siempre se hallará contenido por esos seres espirituales que se
encuentran ocupados y preocupados por su proceso evolutivo.
En
este nuevo mundo o planos, siempre apoyado por otros espíritus más
evolucionados que él, repasa su vida, analiza sus errores y sus
aciertos, ve, oye y se comunica a través del pensamiento y del
sentimiento en forma directa, trata de intuir y apoyar a aquellos seres
que dejó en la materia, porque el amor y el afecto conquistado son
vínculos que no se interrumpen o destruyen con la separación física. A
este mundo espiritual podríamos definirlo como imponderable porque no es
mensurable por lo humano o material y en él, el espíritu deberá
aprender a desplazarse sin el peso del cuerpo o la atracción de la ley
de gravedad.
A pesar de todo esto, el dolor ante la muerte de un
ser querido es inevitable, porque implica una separación transitoria y
el dejar de experimentar la sensación física de su presencia y ello,
naturalmente, deja un hueco que lleva un tiempo poder recomponer.
Conocer y saber más sobre este proceso común en la vida de todo ser
humano puede ayudar a encarar el tema desde otra óptica, más amplía y
evolucionista de la vida más allá de la muerte.
La muerte es un
tema eludido, soslayado, negado por nuestra sociedad moderna, que ha
hecho un culto de la juventud. Olvidamos que es una parte de la
existencia, como el nacer y que también en esa etapa final puede haber
crecimiento y desarrollo. No es una enfermedad ni una prisión de la que
debemos escapar. Los que han tenido la fortuna de que la muerte les
avisara su llegada por anticipado, tuvieron una posibilidad más de
llegar a ser, en esos postreros momentos, plenamente humanos.
El
conocimiento espiritual comparte con otros saberes y doctrinas, la
seguridad de que el espíritu es inmortal y que guarda en sí todos los
sentimientos cultivados en la vida material, porque estos no conocen de
fronteras y límites terrenos.
Sin dudas, nos sentiremos más
tranquilos y serenos al saber que cuando el espíritu recobre sus fuerzas
en el mundo espiritual, podrá asistirnos mediante la intuición, la
fortificación a nuestras luchas, acompañando nuestros pensamientos y
sentimientos, siempre que nos predispongamos en la reflexión serena a
recibir su ayuda. Podremos percibirlos entonces, de otra manera, y la
calma y la conformidad que vayamos logrando a medida que transcurra el
tiempo nos ayudará y ayudará también al ser que dejó el plano material a
conseguir la suya.
La fe en Dios y en la misericordia de sus
leyes que nos guían y protegen, aunque no siempre podamos razonarlas,
nos darán más serenidad y entrega para saber que la muerte es sólo el
comienzo de otra vida más plena, donde nos reencontraremos, en algún
momento, con quienes luchamos, vivimos y amamos, para seguir aprendiendo
y progresando.
La certeza de la supervivencia del espíritu luego
de la muerte del cuerpo físico, constituye una realidad trascendente al
aportar conocimientos sobre la inmortalidad del alma y lleva serenidad y
confianza en los procesos de la evolución. Así lo expresa, la primera
de las máximas de LAS TRES GRANDES VERDADES DEL MASÓN: "El Alma del
hombre es inmortal y su porvenir es el destino de algo cuyo crecimiento y
esplendor, no tiene limites".
Significando lo anterior, que para
el Masón, la MUERTE, como fin material de todos los Seres, en el plano
de existencia material–terrenal, da origen al NACIMIENTO de una NUEVA
VIDA; es decir, de una Esencia Espiritual que JAMÁS DESAPARECE, y además
es susceptible de continuar progresando, de conformidad con el nivel de
los planos en cuyo medio se desarrolla.
La palabra muerte, debe
ser entendida en su sentido más general, como un cambio de estado,
cualquiera que sea, es a la vez una muerte y un nacimiento, según que se
considere por un lado o por el otro: muerte en relación al estado
antecedente, nacimiento en relación al estado consecuente. En la
iniciación masónica, que es una muerte iniciatica, se describe como un
segundo nacimiento, lo que es en efecto; pero este segundo nacimiento,
implica necesariamente la muerte al mundo profano. Esta muerte
simbólica, es como una suerte de recapitulación de los estados
antecedentes, por la que las posibilidades que se refieren al estado
profano serán definitivamente agotadas, a fin de que el ser pueda
desarrollar desde entonces libremente las posibilidades de orden
superior que lleva en él, y cuya realización pertenece propiamente al
dominio iniciático. Muerte y nacimiento, permite el paso del orden
profano al orden iniciático.
Esto puede ser entendido como una
regeneración psíquica; y es en efecto en el orden psíquico, es decir, en
el orden donde se sitúan las modalidades sutiles del estado humano,
donde deben efectuarse las primeras fases del desarrollo iniciático;
pero éstas no constituyen una meta en sí mismas, y no son todavía más
que preparatorias en relación a la realización de posibilidades de un
orden más elevado, queremos decir, del orden espiritual en el verdadero
sentido de esta palabra.
El neófito muere a la vida profana para
renacer a una nueva existencia, santificada, renace igualmente a un
nuevo ser que hace posible el conocimiento, la conciencia y la
sabiduría. El iniciado no es solamente un recién nacido: es un hombre
que sabe, que conoce los misterios, que ha tenido revelaciones de orden
metafísico. Muere a viejos rencores, odios y otros vicios, adaptándose a
los cambios, renunciando al ego. Al igual que en la muerte física, se
entregan a la gracia de lo superior, constantemente, para renacer.
Dejan lo viejo sin dolor y toman lo nuevo con naturalidad. Viven en el
reino de la razón y la actividad mental. Tienen capacidad de conectarse
con energías ancestrales para esclarecer situaciones. Son serviciales,
muy responsables y exigentes consigo mismos, con gran capacidad de
perdón, de olvido, de transformación y auto sacrificio, poseen una gran
sensibilidad, seguridad consciente y conciencia de comunidad.
La
muerte simbólica, atiende el llamado, a la entrega, y al de dejar ir las
cosas. La entrega es lo opuesto al abandono, es liberarse del deseo de
querer controlar las cosas, y dejar ir tus ideas y esquemas del pasado
que limitan las posibilidades. La entrega es liberarse de las ataduras
de la acción preconcebida para que puedas vivir una vida más inspirada,
sin creencias limitadoras. La muerte simbólica revela el ser, el
verdadero ser, al podar las partes innecesarias. Busca nuevas maneras de
ser, nuevas ideas y nuevas direcciones que ocupen el vacío que has
creado con tu entrega y liberación. Siente el bálsamo de perdonar que es
intrínseco con el reino de la muerte. Deja ir las cosas, y en acto de
dejarlas ir, el universo te renueva con nueva Vida.
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